Litus
Hace cosa de un año y pico hice un descubrimiento en un bar de Barcelona. Era algo tarde y al atravesar la puerta de aquel local me encontré con un ambiente cargado y oscuro lleno de gente que charlaba distraídamente. Por fortuna, una pequeña mesa estaba libre junto a un sencillo escenario que ocupaba el espacio central de aquel lugar y en el que un tipo amenizaba la noche con los acordes de una guitarra desnuda y algunas buenas canciones.
Al poco rato, el intérprete se bajó del escenario y otro tipo, de aspecto tranquilo, ocupó su lugar. El segundo, acompañado por un cubata, empezó también a tocar la guitarra y a interpretar un tema que no había escuchado jamás, con calma y con un tono simple pero profundo que le confería un estilo propio que tardó muy poco en llamarme la atención. Recuerdo perfectamente el momento porque aquella canción se me quedó grabada en la memoria y desde entonces, en este largo año y medio, no son pocas las veces que me he sorprendido tarareándola en cualquier lugar.
Sin saber mucho más de aquel tipo ni de aquella canción tan apropiada para pasar una noche con aire triste oculto en el rincón de un local oscuro en medio de una gran ciudad, me marché de aquel lugar. Algunos meses más tarde volví al mismo local con otra compañía, pero con la misma canción en la cabeza y con el afán de escucharla otra vez, de revivirla y sentirla de nuevo. Por desgracia no fue así, y la canción y la compañía volvieron a perderse tras un amargo recoveco en algún lugar de mis recuerdos.
Hasta hoy, en que de forma casual he conseguido reencontrarme con aquel artista y con aquella canción que consiguió obsesionarme en una evocadora y lejana noche de febrero. El artista se llama Litus y la canción, "Sandra". Y yo, al reescucharla mil y una veces, vuelvo a experimentar otra vez el sabor añejo de algunos recuerdos que ahora parecen gastados por el tiempo y el uso. Vuelvo a disfrutar de nuevo. Si se animan, escúchenla. Tal vez para ustedes no signifique lo mismo que para mí ni tampoco les emocione de la misma manera, pero que quieren que les diga, a mí me parece buenísima.
Al poco rato, el intérprete se bajó del escenario y otro tipo, de aspecto tranquilo, ocupó su lugar. El segundo, acompañado por un cubata, empezó también a tocar la guitarra y a interpretar un tema que no había escuchado jamás, con calma y con un tono simple pero profundo que le confería un estilo propio que tardó muy poco en llamarme la atención. Recuerdo perfectamente el momento porque aquella canción se me quedó grabada en la memoria y desde entonces, en este largo año y medio, no son pocas las veces que me he sorprendido tarareándola en cualquier lugar.
Sin saber mucho más de aquel tipo ni de aquella canción tan apropiada para pasar una noche con aire triste oculto en el rincón de un local oscuro en medio de una gran ciudad, me marché de aquel lugar. Algunos meses más tarde volví al mismo local con otra compañía, pero con la misma canción en la cabeza y con el afán de escucharla otra vez, de revivirla y sentirla de nuevo. Por desgracia no fue así, y la canción y la compañía volvieron a perderse tras un amargo recoveco en algún lugar de mis recuerdos.
Hasta hoy, en que de forma casual he conseguido reencontrarme con aquel artista y con aquella canción que consiguió obsesionarme en una evocadora y lejana noche de febrero. El artista se llama Litus y la canción, "Sandra". Y yo, al reescucharla mil y una veces, vuelvo a experimentar otra vez el sabor añejo de algunos recuerdos que ahora parecen gastados por el tiempo y el uso. Vuelvo a disfrutar de nuevo. Si se animan, escúchenla. Tal vez para ustedes no signifique lo mismo que para mí ni tampoco les emocione de la misma manera, pero que quieren que les diga, a mí me parece buenísima.