viernes, septiembre 17, 2010

Oporto (1)

Era tan temprano que el sol ni siquiera se asomaba por la ventana y las luces de las farolas aún dominaban la calle. El sueño todavía lo invadía todo, pero había que ponerse en marcha. Los aviones no esperan para despegar y en breve me tocaba subirme a uno para cruzar volando la Península y regresar a Portugal. El país luso me había conquistado irremisiblemente tras dos visitas a Lisboa, pero esta vez el destino de mi viaje era la ciudad de Oporto.

Viajar a Oporto era para mí la continuación de la búsqueda del auténtico rostro de esa tierra inagotable que es Portugal. Una tierra que vista por dentro se hace mucho más grande de lo que se aprecia desde fuera, y que en su oculto interior esconde encantos sencillos. Oporto es la segunda ciudad de aquel país, cosmopolita y reflejo del pasado al mismo tiempo, la decadencia hecha belleza. Pero ese era un detalle que yo aún desconocía y que refleja perfectamente la idiosincrasía de esta ciudad nacida de las disputas entre alanos y suevos, conquistada después por musulmanes, repoblada más tarde por leoneses y que terminaría dando origen a lo que después sería el reino de Portugal.


Antes de salir a la calle, me había detenido frente a una estantería llena de libros repasando los títulos y rebuscando distraídamente. Escojí un delgado volumen de poesía para despedirme hasta la vuelta de mi viaje. Los versos elegidos eran de Lorca, en su "Poeta en Nueva York", el poema se titulaba "Vuelta de paseo" y decía: Asesinado por el cielo. / Entre las formas que van hacia la sierpe / y las formas que buscan el cristal, / dejaré crecer mis cabellos. / Con el árbol de muñones que no canta / y el niño blanco con el rostro de huevo. / Con los animalitos de cabeza rota / y el agua harapienta de los pies secos. / Con todo lo que tiene cansancio sordomudo / y mariposa ahogada en el tintero. / Tropezando con mi rostro distinto de cada día. / ¡Asesinado por el cielo!

Adormilado y tranquilo, con los versos de Lorca todavía resonando en mi cabeza, me pasé el vuelo distraído hasta que la voz de uno de los miembros de la tripulación nos avisó de la inminente llegada a nuestro destino. Y saltando alegre desde el asiento, en un suspiro nos plantamos en tierra para lanzarnos durante tres días a recorrer las callejas, las pendientes, los sabores y los aromas del Duero... para sumergirnos bajo la piel de la ciudad y descubrir los secretos de ese dragón dormido que es Oporto.

Imatge de http://www.tiniebla.com

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hola paisano, muy bueno tu rollo.
Pasate por mi blog
http://pc-novato.blogspot.com/

10:17 p. m., septiembre 30, 2010  

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