Dos pájaros de un tiro

Una oportunidad para ver juntos en un escenario a dos tipos como Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat es para no perdérsela. Y si además sirve como excusa para recorrer unos cuántos kilómetros en una escapada de fin de semana la ocasión se presenta inmejorable.

Hasta Torrevieja me marché el pasado fin de semana para asistir a uno de los conciertos de la gira "Dos pájaros de un tiro". Un montón de horas de coche y mucha gasolina para recorrer casi toda la Comunidad Valenciana hasta el final de la costa de Alicante. En cierto modo, una locura, quizás. Pero mereció la pena.

El concierto fue un auténtico recital para no perdérselo bajo ningún concepto. Algo más de dos horas que se pasan volando al compás de multitud de canciones, algunas interpretadas en solitario y otras a dúo. No tiene precio ver a Serrat acaricicar las cuerdas de una guitarra mientras lentamente empieza a cantar "Y sin embargo" de Sabina. Es un verdadero placer para los sentidos escuchar a los dos genios cantar juntos el "Contigo" de Sabina o la "Penélope" de Serrat.

Hay lugar para la magia en esos momentos. Como cuándo Serrat hace temblar el corazón en su garganta bajo el sonido de "Mediterráneo" o mientras se entonan los versos de Machado en aquél "Caminante no hay camino...". La voz rota de Sabina regala momentos que bien valen un viaje con las notas de "Princesa", "Noches de Boda" o el "Más de cien mentiras".

Y en ese ambiente, al aire libre de una noche en Torrevieja, cerca del mar y con las estrellas como invitadas de un recital dónde dos monstruos se regalan guiños mutuamente, tú tan sólo puedes detenerte a pensar que si existe la felicidad, bien debe aquél ser uno de esos momentos felices de los que en ocasiones habla alguna canción de amor.

Realmente, hay momentos que valen la pena.

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