domingo, junio 25, 2006

Bergman


Una suave cena a la luz tenue de las bombillas y las melodías de Ennio Morricone. Poco que beber, algo que comer y tampoco tanto que decir, la verdad. Aunque las palabras llegan antes de lo esperado, no sorprenden demasiado, porque precisamente uno ya las aguardaba desde hace tiempo.
No se clavan, porque no son puñales. No duelen. Hay ciertas cosas que sólo producen dolor si uno quiere y en mi caso, pueden hacerme más daño las cosas que yo mismo pienso, desde luego. Porque al fin y al cabo, las situaciones son las que son y sólo merece la pena aceptarlas y entenderlas.
No deja de sorprenderme cómo algunas situaciones tienen un sabor familiar sin realmente tenerlo, pues en realidad son ligeramente extraordinarias. Y creo que es algo de lo que seguramente no llegaré nunca a desligarme del todo.
Tal vez todo esto resulte demasiado críptico, lo siento. Pero esta noche tiene un aire melancólico y pausado, cómo de cine clásico en blanco y negro. Y llevo rato pensando en una frase de Ingrid Bergman en Casablanca: "El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos". Pues eso.

2 Comments:

Blogger Joana said...

Pot ser una mica cíptic, però jo ho entenc i ho comparteixo.
De totes maneres Javi estimat, de vegades no calen paraules, una música adequada i una mirada... ho diuen tot!.
Un petonet.

9:28 a. m., junio 26, 2006  
Anonymous Anónimo said...

Creo que enamorarse, es eso...que se hunda el mundo, y no te importe¡¡

9:24 a. m., junio 29, 2006  

Publicar un comentario

<< Home