Los monstruos
Pronto aprendí que los montruos de mi niñez no existen ni existieron jamás, les perdí el miedo. No había terror tras las garras, colmillos o miradas de aquellos seres que atormentaban a los niños en las películas de monstruos duranten las noches frías en las que el viento golpea fuerte en la ventana.
Pese a ello no tardé en darme cuenta de que sin embargo, los verdaderos monstruos existen en formas muy diversas y que son aquellos que cuándo desaparecen, se llevan tras de sí un rastro de olvido sembrado de muerte y tortura. Y descubrí que las historias más pavorosas son aquellas que nadie cuenta o explica, de desgracias y víctimas que quedan enterradas en el olvido de una fosa común. Que no hay nada más injusto que una caravana de la muerte y nada peor que la incertidumbre de no saber dónde se encuentra un ser querido, nada más abominable que los verdaderos monstruos.
Se ha ido uno de estos monstruos, de la tierra al infierno. Es un mal día para el diablo.
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