The End

Casi por sorpresa me enteré del cierre de los Cines Oscar. Llegué a casa tarde después de una reunión, me pongo rutinariamente a mirar el correo y a echar un ojo a las noticias y me encuentro con la desagradable información. "Vaya, este fin de semana quería ir al cine, ahora ya no tengo que pensar a que sala iré, tocará subir al Mataró Parc sí o sí".

Echo de menos la antigua oferta de cines de mi ciudad, cuándo ir al cine incluía un paseo por las calles de la ciudad, recorrer la rambla arriba y abajo, tomar algo, comer un frankfurt o encontrarte con otros que, al igual que tú, recorrían el centro en una tarde de domingo.

Sobretodo echo de menos el Cine Iluro, con aquella sala enorme, espléndida, tan grande y sin embargo pequeña cuándo un estreno de excepción se encargaba de arrastrarnos al cine. Aquellos sofas en la entrada en los que echabas un vistazo al partido de futbol antes de que comenzara la película. Era una gozada acudir a ése cine y un lujo tener en la ciudad una sala como aquella.

O el Cine Nuria, con sus tres pequeñas salas (entonces me parecían más pequeñas, quizás por comparación con el Iluro). La primera vez que pisé un cine fué precisamente el Nuria, cuándo todavía era una sala única. Yo tenía 6 años y la película era "Batman" y aunque recuerdo muy poco de todo aquello, sí que mantengo fresca la impresión que me causó aquél lugar.

El Cine Oscar (antes Cinemes Mataró) me gustaba un poco menos. Pero me gustaba. Allí conocí a Michael Moore (en VOS), me presentaron a William Wallace, fuí asustado (pocas veces), me hicieron reír (muchas más) e incluso alguna vez charlé animadamente con James Bond. Era otra forma de ir al cine.

Todo eso se acabó, al menos por ahora y la verdad, me gustaría pensar que éste final no es definitivo y que algún día (más pronto que tarde, espero) podremos disfrutar de una secuela.

Foto: capgros.com