Dormir
En ocasiones, al caer la oscuridad al final de un día cualquiera, se produce ese momento especial que supone el encuentro con la almohada y los propios pensamientos. Las reflexiones se abren a mil posibilidades y se entremezclan con el regusto de los recuerdos que nos deja el día que termina. La mente, el sistema nervioso, comienza a jugar con nosotros, saltando a través de los recovecos ocultos en nuestra cabeza y sus secretos.
En ese instante, las imágenes se definen con más claridad y el análisis de los problemas puede volverse preciso cómo la maquinaria de un buen reloj. Lentamente, a medida que nos dejamos llevar por esa extraña sensación fruto de la mezcla entre el éxtasis y la embriaguez, vamos introduciéndonos en un mundo irreal y que sin embargo existe, dónde habitan los sueños.
Los sueños que llenan las noches y en ocasiones también llenan los días. Ésos días que precisamente pueden escaparse en un suspiro de sueños que nos faltan o que no comprendemos, son fugaces. Pero siempre, al llegar la noche yo me guardo un sueño que me permita seguir soñando.
Hay personas que duermen para descansar, yo en cambio prefiero dormir para soñar.
Imagen de http://soan.jp/archives/moonlight.jpg
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