La cena de los filósofos

Cinco personas cansadas después de un día largo se sientan a las 23:00 alrededor de una mesa para disponerse a cenar. Han elegido un restaurante chino. Llevan poco dinero encima pero no les importa, se arreglará, dicen.

"Los del restaurante se acordarán de nosotros, estas no son horas para cenar, además hoy es lunes, esta gente está cansada y tendrán ganas de cerrar". "Bueno, nos pedimos un par de platos y vamos a lo fácil, acabaremos rápido". "¿Qué me pido?". "No sé, ¿habrá pollo al limón?". "Yo una sopita de pollo con champiñón, muy chino, vaya". "Arroz, como siempre, le pondré un poco de salsa agridulce". "¿Porqué todos los restaurantes chinos tienen los mismos platos, son cómo una cadena de Mac Donalds?". "Pillaré un pollo picante, eso estará bueno". "Para beber pedimos agua, no estamos para lujos". "Yo una Coca-Cola". "Pues yo una birra". "Bueno, pues vale".

Durante la cena se van sucediendo las conversaciones, aunque evidentemente el cansancio acumulado hace que los cerebros de estos hombres (porque son hombres, no lo había dicho) no estén para tocar temas demasiado profundos...

"¿Os acordáis de aquellas series de hace algunos años?". "Claro, quién no recuerda el equipo A, o el coche fantástico". "Y que me decís de V, la de los lagartos del espacio". "Yo todavía la veo en Cuatro". "¿Y los vigilantes de la playa?". "Dios, aquellas playas de Malibú, eso sí que eran playas". "Era tremendo, pedazo de equipo, con aquellas lanchas, aquellos jeeps... ¡si hasta tenían helicópteros!".

(Llegados a éste punto la imaginación echa a volar en las cabezas de nuestros protagonistas)

"Menudo presupuesto debían tener los del departamento aquél, me pregunto si la competencia de las playas de Malibú era municipal, seguro que la tenían transferida". "No creo, seguramente se encargaría la Diputación o el Consell Comarcal". "Claro, el Consell Comarcal de California". "No sé, menudos impuestos deben pagar allí, ¿no?". "Y además, me pregunto cómo funcionaría el departamento de recursos humanos para entrar en los vigilantes de la playa". "Desde luego, allí no se veía un mal cuerpo ni a tiros". "Cómo mucho había uno que era calvo, pero que estaba más cachas que tú y que yo juntos".

(Los temas continúan por otros derroteros de gran transcendencia igualmente complejos y de difícil análisis y clasificación)

A todo esto, el dichoso pollo picante no llega. "Perdona, me falta un pollo picante". El chino pone cara de circunstancias y se mete en la cocina. Son las 00:15, en el restaurante ya sólo quedan nuestros cinco animados amigos. "Creo que el chino se va a acordar de tu pollo picante, yo diría que ya tenía los fogones apagados". "Mientras no se cabree". "Pues ten cuidado, ya sabes que todos son expertos en artes marciales, rollo Bruce Lee en Operación Dragon".

Poco después llega el pollo en cuestión, que por cierto parece que picaba lo suyo, por lo visto el amable cocinero se había esmerado con el tema. Poco rato después, nuestros amigos terminan de cenar, pagan y ponen rumbo a sus casas, cansados porque el reloj señala casi la 1:00 de la noche y al día siguiente hay mucho trabajo en espera.

De vez en cuándo, y aunque sea un lunes por la noche, en medio de tanta semana de locura, se agradece un rato de despreocupación absoluta cenando en un chino con cuatro amigos, sin pensar demasiado en nada en concreto.

Imagen de http://www.sanmiguelresort.com/misc/cartago/cartago25.jpg