Cimmeria
Recuerdo
los bosques oscuros, que ocultaban laderas de sombrías colinas;
el arco plomizo y perenne de las nubes grisáceas;
los oscuros arroyos que fluían en completo silencio,
y los vientos solitarios que susurraban por los pasos.
Paisaje sobre paisaje, colinas sobre colinas,
ladera tras ladera, tapizadas todas de árboles tétricos,
se extiende nuestra severa tierra. Tanto que, cuando un hombre
coronaba un pinacho y miraba, cubriéndose los ojos,
no veía sino paisaje sobre paisaje, colina sobre colina,
ladera tras ladera, encapuchadas todas, como sus hermanas.
Era una tierra sombría que parecía albergar
todos los vientos, las nubes y los sueños que rehuyen la luz del sol,
de ramas desnudas que estremecían los solitarios vientos,
presidida toda ella por las lúgubres florestas,
que ni alcanzaba a iluminar ese raro visitante, el sol
que cosía sombras menudas a las figuras de los hombres; la llamaban
Cimmeria, tierra de oscuridad y de profunda noche.
Fue hace tanto, y tan lejos
que he olvidado el nombre por el que me llamaban.
el hacha y la lanza de punta de piedra son como un sueño,
las cacerías y las guerras, sombras. Recuerdo
solo la quietud de esta tierra sombría;
las nubes que se apiñaban sobre las colinas;
el crepúsculo de los bosques interminables.
Cimmeria, tierra de la oscuridad y de la noche.
“Cimmeria”, de Robert E. Howard
los bosques oscuros, que ocultaban laderas de sombrías colinas;
el arco plomizo y perenne de las nubes grisáceas;
los oscuros arroyos que fluían en completo silencio,
y los vientos solitarios que susurraban por los pasos.
Paisaje sobre paisaje, colinas sobre colinas,
ladera tras ladera, tapizadas todas de árboles tétricos,
se extiende nuestra severa tierra. Tanto que, cuando un hombre
coronaba un pinacho y miraba, cubriéndose los ojos,
no veía sino paisaje sobre paisaje, colina sobre colina,
ladera tras ladera, encapuchadas todas, como sus hermanas.
Era una tierra sombría que parecía albergar
todos los vientos, las nubes y los sueños que rehuyen la luz del sol,
de ramas desnudas que estremecían los solitarios vientos,
presidida toda ella por las lúgubres florestas,
que ni alcanzaba a iluminar ese raro visitante, el sol
que cosía sombras menudas a las figuras de los hombres; la llamaban
Cimmeria, tierra de oscuridad y de profunda noche.
Fue hace tanto, y tan lejos
que he olvidado el nombre por el que me llamaban.
el hacha y la lanza de punta de piedra son como un sueño,
las cacerías y las guerras, sombras. Recuerdo
solo la quietud de esta tierra sombría;
las nubes que se apiñaban sobre las colinas;
el crepúsculo de los bosques interminables.
Cimmeria, tierra de la oscuridad y de la noche.
“Cimmeria”, de Robert E. Howard
2 Comments:
Uho.. que haces tu leyendo una cosa como esta, jeje.
Bueno, tampoco resulta tan sorprendente.
Siempre es un buen momento para leer algo de fantasía heroica de calidad y si es de Robert E. Howard, pues mejor aún.
Hace años ya leí algunos de los libros de Conan que adornan tu estantería. Y ahora que han reeditado sus relatos, la ocasión para leer las aventuras de Conan es inmejorable.
Publicar un comentario
<< Home