La hora del café
Sin darnos cuenta, las costumbres nos tejen diariamente una telaraña en las pupilas. Cuesta asimilarlo, pero es así. Precisamente por eso cuándo algo extraordinario nos libera de esa telaraña y nos devuelve aunque sea por unas horas a la libertad de la risa, de la locura, de los sueños y los ensueños... es entonces cuándo ejercemos como nosotros mismos emergiendo entre las rutinas cómo almas libres, sin disimulos ni complejos.
Romper con las rutinas, ni que sea por una noche, resulta mágico y abrumador. Porque es en esas noches cuándo se destapa el tarro de las esencias que contiene la magia que es capaz de mezclar la hora de los sueños con la del café.
Y compréndanme, para un tipo como yo (que nunca toma café), esto es algo que resulta sencillamente impresionante.
3 Comments:
que delicioso se ve ese capuccino, y si es algo nuevo para ti, que no se te haga costumbre... luego es dificil dejarlo como todas las adicciones... :)
Ave Fenice,
la verdad es que yo soy más de té que de café.
El café es entonces la mejor rutina del mundo.
Me gusta la magia, me gusta el café. Me gusta soñar!
Besos!!
Olivia
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