Ramas secas
Qué complicada es la vida, con sus subidas y bajadas, sus giros imprevisibles, sus sorpresas a medianoche, sus misterios perdidos y sus recovecos imperceptibles. Le basta un segundo para romperte los esquemas y desmontar tus murallas ilusas e impasibles al paso del tiempo.
Nada permanece, todo cambia. Y son los cambios los que le dan sentido a la vida misma y te hacen ser consciente del paso de los años, del lento desaparecer de todo lo que nos ha acompañado desde siempre y que ya nunca más volveremos a encontrar. Por desgracia a veces los cambios son duros, aunque la experiencia nos enseña que no se puede hacer otra cosa que aceptarlos tal como son y tal como se suceden.
Los objetos que se agolpan a nuestro alrededor son testigos mudos de una vida en cambio constante, de una historia tierna que a veces (sólo a veces) consigue arrancarnos una lágrima imposible de contener ni de predecir. Así, esa vieja mecedora olvidada en un rincón, esa habitación que fue escenario de sonrisas, esa ventana abierta por la que se cuela el viento en silencio... cada detalle contiene un trocito de lo que somos, pero también de lo que fuimos. Es la vida misma, tan complicada, tan divertida, tan amarga. Y no queda más remedio que convivir con ella.
Escrito mientras escuchaba "Carbón y ramas secas"
Imagen de http://farm2.static.flickr.com/
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