lunes, octubre 31, 2005

La vida secreta de las palabras

A veces, la vida nos depara situaciones extraordinarias que escapan a nuestro control y entendimiento, que nos envuelven por completo y nos arrastran sin remedio hacia un nuevo horizonte. La razón, o la sinrazón, carece de sentido y nuestra única alternativa es una huida hacia adelante, en la que sufrimos una transformación irreversible para dejar para siempre de ser lo que somos y convertirnos en algo diferente.

Dice Nietzsche: "Eso que no nos mata, nos hace más fuertes". Algo así hay en "La vida secreta de las palabras", de Isabel Coixet. Sentimientos y personajes de muy variada naturaleza se entremezclan en un escenario extraño, salvaje, frío y tecnificado. La plataforma petrolífera donde se desarrolla la historia ayuda a dibujar el desarrollo emocional de las personas que en ella conviven. En un momento de la película uno de los personajes nos recuerda los más de 25 millones de impactos de olas que ha tenido que soportar la plataforma desde su construcción. "Sólo conociendo cuantos impactos soporta podemos mantenerla en pie". Sin embargo, pronto se nos obliga a recordar que hay impactos más fuertes y profundos que los de unas olas en una plataforma en medio del océano. Hay impactos que nos deberían obligar a replantear el sentido de muchas acciones que precisamente carecen de él. Porque detrás de la destrucción que deja tras de sí una tragedia o una guerra, queda la desgracia y las cicatrices imposibles de cerrar de las personas que la han sufrido.

Una película sobre el peso del pasado, sobre el silencio repentino que se produce antes de las tormentas, sobre veinticinco millones de olas, un cocinero español y una oca. Y sobre todas las cosas, sobre el poder del amor incluso en las más terribles circunstancias.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Interesante y acertada lectura de la película.

8:44 p. m., noviembre 23, 2005  

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