Lisboa (4)

El cuarto día comienza con una escapada a Alfama para visitar el Castelo de Sao Jorge. Por el camino, me detengo en el mirador de Santa Luzía y me reencuentro con el italiano que hacía fotos cómo un loco en el Monasterio de los Jerónimos. Sigue haciendo fotos cómo un loco. La vista desde los miradores de Alfama dibuja una Lisboa algo irreal, lejana y cercana al mismo tiempo. La subida me regala algunas vistas del barrio de Graça y de Santa Engrácia, con su característica cúpula encajada entre tejados y calles retorcidas.
No tardo demasiado en plantarme en el patio de armas del Castillo, en el punto más alto de Alfama. El paseo por las murallas me regala nuevas vistas de Lisboa, revelando rincones que sólo son visibles desde allá arriba. Entre las murallas del castillo, un curioso personaje se encarga de alimentar a doce gatos que corren a su alrededor. El viento sopla con fuerza y mientras paseo por las almenas tengo que sostenerme con fuerza y caminar con firmeza para no dar con mis huesos en el suelo. Una mujer de cierta edad se encuentra con las mismas dificultades que yo y acabo echándole una mano para bajar de las murallas (que son de una altura considerable). Fue en este castillo dónde el rey Manuel I, apodado "el afortunado", recibió a Vasco da Gama a su regreso de las Indias, cargado de tesoros e historias que fascinaron al monarca.
Abandono Alfama y a través de la Sé, me planto en la Baixa, con sus calles rectas y ordenadas. El actual aspecto de la Baixa es fruto de la reconstrucción del lugar después del terremoto que asoló Lisboa en 1755. Sus calles están llenas de una densa actividad comercial y yo, sabiendo que estoy pasando mis últimos días en la ciudad, aprovecho para comprar algunas botellas de Oporto cómo recuerdo. El mediodía se me echa encima y me detengo a comer en un vacío y encantador restaurante de la Rúa dos Sapateiros. Una vez más (y van...) el bacalao y el vino en cantidades ingentes me dejan listo para varias horas de recuperación.

Cuándo preparaba las cosas para el viaje, guardé un par de libros en mi maleta: "El corazón de las tinieblas", de Joseph Conrad y un libro de poemas de Neruda. Mi cansancio me hace decidirme por acabar el día leyendo a Conrad, adentrándome en la negra jungla que domina el hilo principal de la historia de esta novela intemporal. Mientras pasan las horas de lectura, alguna llamada y algún sms me sorprenden con una noticia oscura, desagradable e inesperada. Pero en definitiva, una noticia real. En aquél instante pienso que la condición humana a veces sorprende y decepciona, y sobretodo, que si realmente existe algún "corazón de las tinieblas" (al que alude el título de la historia de Conrad), ése debe ser precisamente el corazón del hombre. Pensando en ello, con dolor de cabeza, apago la luz y no tardo en quedarme dormido.
2 Comments:
...he llegit el teu blog un parell de vegades... estimo Lisboa... molt, vaig trepijar-la fa uns mesos i encara en guardo el seu encís... els carrers, el mirador de santa lucía, els carrers, els edificis, la gent... màgia, podria resumir-ho així, com a màgia... d'un lloc que volia veure des de feia molts anys, i sí, també hi vaig anar amb llibres, i em vaig perdre per on dius, amb poesia, i des de la meva illa esper que tot et vagi bé... fins i tot en dies estranys com el d'avui per mi... he decidit passar-me sovint pel teu perfil, per haver-hi trobat coses que m'obren els ulls...
una abraçada
Me han encantado estas entradas sobre Lisboa. Participo de esa grata visión qus transmites. Enhorabuena por tu bitácora
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