Lisboa (1)
El mundo es una enorme red de lugares tejida por personas, y en esa red los aeropuertos deben ser algunos de los nodos más surrealistas y curiosos. Cómo puertas de entrada y salida del mundo verdadero, el real, concentran tras sus paredes una muestra demoscópica de lo que es la globalización. Si algún día se hiciesen según que tipo de encuestas a nivel global, habría que hacerlas en los aeropuertos.
En uno de estos lugares esperaba yo pacientemente la salida de mi vuelo, entre conversaciones cruzadas en varios idiomas, reencuentros entrañables, despedidas tristes, taxistas aburridos y los nervios de algún grupo de Erasmus a punto de partir.
Ya hacía algunos meses que me había decidido a volar, tras una de esas animosas conversaciones de las que a uno se le quedan grabadas ciertas sensaciones. En este caso, el afán viajero y las ganas de conocer (simplemente conocer) se me habían contagiado sin yo poder hacer nada. El destino del vuelo lo decidí poco tiempo después, y fue la voz de Mariza la que me sacó de dudas en cuánto a esto. Me marchaba a Lisboa, atraído por el afán de viajar, por el fado y por la historia y la cultura de esta ciudad.
Cuándo por fin despegó el avión, un vistazo a través de la ventanilla me dibujó un mapa de puntos luminosos que formaban pueblos y ciudades. Un mundo nocturno a vista de pájaro. Desde ese preciso instante, escrutar el mapa luminoso e intentar adivinar qué lugar estábamos sobrevolando fueron todo uno. Así pasé el viaje hasta que el puente Vasco da Gama y el puente del 25 de Abril aparecieron ante mis ojos avisándome de la llegada a mi destino.
Mientras el avión hacía una pasada encarándose para el aterrizaje, la vista de Lisboa desde el aire me permitió empezar a conocer lugares que luego me serían familiares. La estatua del Marqués de Poumbal, la Praça do Comércio y la Avenida da Liberdade son los primeros recuerdos que guardo de esa ciudad magnífica de la que la leyenda dice que fue fundada por Ulises cuándo regresaba a su patria. Así pues, cómo antes héroes mitológicos, celtíberos, fenicios, cartagineses y romanos, llegaba yo a Lisboa, con la única compañía de una maleta y afamado por la curiosidad de conocer esa urbe cosmopolita que domina el estuario del Tajo.
5 Comments:
Enhorabuena...menudo morro...así que en Lisboa...los hay con suerte!
Te aconsejo un bar de barrio si quieres escuchar fados para no guiris (los sabados y domingos por la tarde):
A Tasca do Jaime
Rua da Graça 91
(esta a unas tres paradas en tranvía saliendo de la Alfama...no me acuerdo el número del tranvi)
Cobro comisión....
S me olvidaba...pídele al dueño que te saque, si puede, un poco de licor que hace el...Está buenísimo, eso si, te expones a media hora de explicación sobre la elaboración del mismo....
M'agrada llegir el teu blog i els teus poemes, així que m'he permes reconanar-ho al blog de poesia infantil i juvenil que editem des de la biblioteca de Cocentaina -Alacant-.
Pots donar-li una ullada i llegir un dels teus poemes.
http://bibliopoemes.blogspot.com
Salutacions poètiques
Sàlvia;)
Rubén,
Lisboa me ha encantado. Sobretodo por esos rincones que, cómo el que me recomiendas, conservan la magia y la esencia del fado y la auténtica cultura lisboeta.
Un saludo.
Sàlvia,
moltíssimes gràcies, la vostra recomanació suposa tot un honor.
Salutacions mataronines!
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