Felson: una mirada
Altanero, ambicioso, sórdido, locuaz, entrañable, rey de los canallas… experto en aliviar su camino de derrotas con abrazos y miradas furtivas entre desesperados aluviones de cariño en desnudas habitaciones ocultas tras grises paredes de humo y de papel.
Eddie Felson, Sabina, Rick Blaine o Marvin Gaye podrían ser algunos de los nombres que podrían definir a un personaje así, fulgurante, repleto de grietas humanas trazadas por un destino maldito y por un túnel oscuro que recorre una vida a la que es imposible dejar de amar y sin embargo despreciar al mismo tiempo. Un personaje que forma parte de esa raza de tipos que conversan con sus sombras cuando se quedan a solas consigo mismos. Y es a sus sombras a las que les reconocen el valor y el dolor de sus errores y sus vergüenzas. Porque esos tipos, cuando pierden y regresan al hogar de la derrota, se convierten tan solo en una sombra desnuda de sí mismos a la que no pueden engañar y a la que ni tan siquiera pretenden mentir.
En esos momentos se desprenden y se diseccionan toda clase de emociones puras y desnudas de sofisticación. En esos momentos se encuentran las respuestas a las preguntas formuladas tanto tiempo atrás, enterradas lejos en un pasado casi olvidado. Y es también en esos momentos cuando tras entender mejor la derrota, esos tipos se levantan de nuevo rebosantes de esa clase energía que solo pueden transmitir las fuerzas incontenibles. Y una vez más, de nuevo son capaces de hallar palabras con el poder de hacer girar el mundo entero.
Eddie Felson, Sabina, Rick Blaine o Marvin Gaye podrían ser algunos de los nombres que podrían definir a un personaje así, fulgurante, repleto de grietas humanas trazadas por un destino maldito y por un túnel oscuro que recorre una vida a la que es imposible dejar de amar y sin embargo despreciar al mismo tiempo. Un personaje que forma parte de esa raza de tipos que conversan con sus sombras cuando se quedan a solas consigo mismos. Y es a sus sombras a las que les reconocen el valor y el dolor de sus errores y sus vergüenzas. Porque esos tipos, cuando pierden y regresan al hogar de la derrota, se convierten tan solo en una sombra desnuda de sí mismos a la que no pueden engañar y a la que ni tan siquiera pretenden mentir.
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