lunes, mayo 10, 2010

La distancia

La distancia contiene algunas de las metáforas mas profundas que oculta la vida. La maldita distancia, tan terrible, tan dura… puede ser al mismo tiempo el mejor de los antídotos contra la indiferencia, contra el miedo y contra el olvido. Porque cuando deseamos algo de verdad, si en ello existe la distancia y conseguirlo nos supone una dificultad y un esfuerzo mayor, lo afrontamos con más voluntad, a pesar de que el camino nos conduzca serpenteando hasta una derrota inevitable y a la vez inolvidable.

La distancia sirve también para alimentar infinitamente un deseo, para reforzarlo, para construir, como decía el poema de Lawrence, una casa sobre siete pilares que tus ojos pudieran alumbrar por mí. Y especialmente, la distancia sirve para valorar en su justa medida los momentos que realmente merecen la pena, por pequeños y breves que éstos sean y aunque se nos escapen de las manos como puñados de arena en la orilla del mar.

Y es en una parte del fondo de lo que significa la distancia, en sus sombras y secretos que tal vez nunca llegue a comprender del todo, donde también se encuentra la constatación de un sentimiento profundo y de una sospecha que con el paso de los años he ido entendiendo cada vez mejor: los mejores caminos son los caminos largos, sinuosos y complicados. Son los caminos difíciles los que contienen los mejores destinos, porque son los que hay que recorrer para poder emprender el largo viaje a Itaca. Y si por casualidad tal vez me buscan, allí será donde puedan encontrarme, igual que siempre.