Otras 55 razones personales (aún más) para vivir
Ya hace 4 años que colgué esta entrada, con una lista de 55 razones personales para vivir, a la que 2 años después siguió esta otra entrada, añadiendo 55 razones personales más. Para continuar con la tradición y las buenas costumbres, ahora que estamos a punto de finalizar el año, les vuelvo a robar algo de tiempo con otras 55 nuevas razones personales para vivir.
Y al igual que ya había dicho anteriormente, en esta lista inacabada (porque excluye mucho más de lo que incluye) el orden no es importante. Si se animasen a recorrerla, espero que puedan disfrutarla, por lo menos la mitad que yo (eso ya sería muchísimo):
1. Las siestas veraniegas.
2. Empaparse de detalles sobre la Segunda Guerra Mundial en
una visita a las “Churchill War Rooms”, en Londres.
3. El salmorejo.
4. El “National Anthem” de Marvin Gaye en el All Star de la
NBA de 1983: la mejor interpretación jamás hecha de cualquier himno nacional.
5. La fastuosidad mágica del interior de la Librería Lello,
en Oporto
6. La maldad del personaje de Robert Mitchum en “La
noche del cazador”.
7. El sonido que desprende la guitarra de Mark Knopfler en
esa maravilla llamada “Telegraph’s road”.
8. Atravesar un banco de niebla camino del fiordo de
Seyðisfjörður.
9. El frankfurt de la Riera, en Mataró: un templo.
10. La rueda de prensa de Arsenio Iglesias en la noche más triste del Súper Dépor: sabiduría
y una dosis de realismo en medio del desconsuelo.
11. Contemplar
“Washington cruzando el Delaware”, de Emanuel Leutze, en el Metropolitan Museum de New York.
12. Un
coulant de chocolate blanco.
13. Los
cómics de Astérix, el personaje de Obélix y ese genio incomprendido que es
Asurancetúrix.
14. La desbordante luminosidad del Cais da Ribeira y del Duero, vistos desde Vila Nova
de Gaia.
15. Tomarse
una pinta de Guiness en Dublín.
17. Contemplar
la Piedra Rosetta en una visita al British Museum.
18. Las
tortillas que cocina mi padre.
20. El melancólico y onírico sonido del rock andaluz de Triana.
21. Sentir la
fuerza del viento en los acantilados de Moher, en la costa occidental de
Irlanda.
22. Els
“esmorzars de forquilla”.
23. Todas las canciones y melodías de “Rocky IV”, una película que todos consideran de
acción, pero que en realidad es casi un musical.
24. Escapar
de un Escape Room.
25. La
felicidad que le produce a mi madre una bola de helado after eight.
27. Que te
dejen sin palabras.
28. Tomarse
un café en la última planta del Tate Modern, en Londres.
29. Asistir a
una representación de “El fantasma de la ópera”, en Broadway: la magia desbordante
de la escena en la que aparece el fantasma por primera vez durante la obra.
30. Rebuscar
entre las estanterías de la tristemente desaparecida y emblemática librería
“Robafaves”, de Mataró.
31. La
versión del primer Tubular Bells que contiene el álbum “Exposed”, de Mike
Oldfield.
32. Ese aire
tan genuino, atemporal, que desprende el Largo do Carmo, en Lisboa: como si la
Revolución de los Claveles hubiese sido ayer mismo.
33. El fantástico pregón que
Javier Pérez Andújar regaló a los barceloneses de todo el mundo, en las fiestas
de la Mercè del 2016: un recorrido repleto de referencias esparcidas de
literatura e historietas populares.
34. Un gin
tonic en la playa. De noche.
35. Un buen whiskazo, con hielo y nada más.
36. El
impagable sentido del humor de mis amigos.
37. Rodear
caminando el interior de la espectacular catarata de Seljalandsfoss.
Y salir de allí casi empapado.
38. Las
bandas sonoras de todas las películas de Quentin Tarantino.
39. Conducir
por las carreteras cubiertas de niebla de la “Scenic Route” hasta llegar a
Torr’s Head, el punto de la isla de Irlanda más cercano a Escocia y desde el
cual se puede contemplar la costa escocesa.
40. La
arrolladora interpretación de Sean Connery en la deslumbrante “El viento y el
león”.
41. La leche
frita.
42. Entrar en
la misteriosa cámara central del pasaje funerario de Newgrange, una monumental obra
megalítica de más de 5.000 años de antigüedad.
43. Una noche
de barracas en la Fiesta Mayor de Pineda de Mar, especialmente si estás allí
como público y no como parte de la organización.
44. Los
últimos minutos de “El bueno, el feo y el malo”. Concretamente a partir de aquí.
45. El discurso de Gordon Brown en el
final de campaña del referéndum sobre Escocia: better together.
48. Comerse
un arroz con caracoles en el Mas Trucafort, en Falset.
49. La voz de
Constantino Romero que fue, entre muchos otros: Darth Vader, Roy Batty, James
Bond y Mufasa.
50. Recorrer
las calles de los barrios de Shankill y Falls, en Belfast, deteniéndose a
contemplar los numerosísimos murales con contenido político que hay allí: pura
y dura historia reciente.
51. La intro de "Manhattan", con la voz en off de Woody Allen". Aquella frase: "Él era tan duro y romántico como la ciudad que amaba. Tras sus gafas de montura negra se agazapaba el vibrante poder sexual de un jaguar. Nueva York era su ciudad. Y siempre lo sería".
52. El poema Invictus, de William
Ernest Henley, que durante años estuvo colgado en una de las paredes de la
celda de Nelson Mandela, en la prisión de Robben Island. Especialmente sus
últimos versos: “Soy el amo de mi destino / Soy el capitán de mi alma”.
53. Los juegos de mesa.
54. Una chimenea encendida en invierno.
55. Regalar
un libro de poesía a alguien que no se lo espera.